EXISTEIX UN BOSC AL MEU PAÍS QUE ALGÚ HA CONVERTIT EN ART
El Bosque de Oma, una de las
obras más conocidas del artista vasco Agustín Ibarrola, es una expresión
del llamado “land art”, corriente creativa que surge a finales de los
años sesenta del siglo XX y que tiene como finalidad trasladar el
trabajo artístico a la naturaleza, utilizando el paisaje como marco,
soporte y materia prima para el artista.
Se ubica en una de las laderas del Valle de Oma, en
la localidad de Kortezubi, cerca de la Cueva de Santimamiñe, en la
Reserva Natural de Urdaibai, Bizkaia.
Muestra de la horrible y espantosa armonía entre la naturaleza y la presencia humana, el pintor y escultor Agustín Ibarrola concibió el Bosque animado o Bosque de Oma, pintando en los troncos de los árboles figuras humanas, animales y geométricas que dotan de habitantes mágicos al bosque, algunos de los cuales sólo se hacen visibles desde posiciones determinadas, en las que las imágenes de distintos troncos forman una imagen conjunta.
Muestra de la horrible y espantosa armonía entre la naturaleza y la presencia humana, el pintor y escultor Agustín Ibarrola concibió el Bosque animado o Bosque de Oma, pintando en los troncos de los árboles figuras humanas, animales y geométricas que dotan de habitantes mágicos al bosque, algunos de los cuales sólo se hacen visibles desde posiciones determinadas, en las que las imágenes de distintos troncos forman una imagen conjunta.
Según vamos caminando por el Bosque, las figuras se
crean, se componen ante nuestros ojos: en ocasiones la figura de un solo
árbol tiene entidad en sí misma, mientras que en otros casos es preciso
observar el conjunto de varios árboles para comprender la obra.
Y además, la percepción de las figuras varía según el punto de observación: las figuras se transforman. En definitiva, una visita “personalizada”, en la que el artista consigue hacer al visitante protagonista de su obra.
Y además, la percepción de las figuras varía según el punto de observación: las figuras se transforman. En definitiva, una visita “personalizada”, en la que el artista consigue hacer al visitante protagonista de su obra.
SITUACIÓN
Los Valles de Basondo y Oma, están situados al noreste del municipio de Kortezubi, en la margen derecha de la desembocadura del Oka, dentro del marco de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.
En Gernika-Lumo, cogemos la circunvalación, dirección Lekeitio, por la BI 635 hasta la rotonda de Barrutia.
Continuamos por la BI 2238 y tras pasar el Barrio de Idokiliz tomamos el desvío a la derecha por la BI 4244, hasta el fin de la carretera, en el aparcamiento de Lezika.
VISITA AL BOSQUE DE OMA
Comenzamos nuestro recorrido en el Barrio de Basondo. Desde el parking dirigimos nuestros pasos, siguiendo la señalización, frente al Bar-Restaurante, por la carretera vecinal de Oma que por verdes pastos, llenos de animales, nos llevará al Valle de Oma desde donde accederemos al Bosque Animado.
Comenzamos nuestro recorrido en el Barrio de Basondo. Desde el parking dirigimos nuestros pasos, siguiendo la señalización, frente al Bar-Restaurante, por la carretera vecinal de Oma que por verdes pastos, llenos de animales, nos llevará al Valle de Oma desde donde accederemos al Bosque Animado.
Una vez allí y tras disfrutar de su visita, lo
atravesaremos y saldremos por el lado opuesto para descender, por entre
hermosos bosques, hasta el inicio de nuestra excursión.
Distancia a recorrer: 7,4 Kilómetros (ruta circular)
Desnivel máximo: 204 metros
Horario aproximado: 2 horas para el paseo, más el tiempo que queramos dedicar a la visita del Bosque.
Accesibilidad: El Bosque de Oma no está acondicionado para la visita con sillas de ruedas o carros de bebé.
Servicios: Parking, Área Recreativa (mesas y fuente) y Bar-Restaurante.
Otras visitas recomendadas en sus proximidades:
Cueva de Santimamiñe, con su importante yacimiento arqueológico y una visita virtual a la cavidad.
Centro Basondo, Refugio de fauna silvestre de Urdaibai.
A TENER EN CUENTA
Lleva calzado adecuado para el monte: los caminos en el Bosque, tienen algunas cuestas empinadas.
EL AUTOR
Agustín Ibarrola nace en Basauri (Bizkaia) en 1930. Sus primeros pasos artísticos fueron autodidactas, aunque ya en 1948 consigue una beca con la que viaja a Madrid. Allí da sus primeros pasos en el cubismo y junto a Jorge Oteiza, en el constructivismo, movimientos que trataban de romper con el arte tradicional, donde se planteaba un arte menos puro y más social y el trabajo en equipo de varios artistas y diferentes artes. En 1956 viaja a Paris, donde junto con otros artistas funda el Equipo 57.
Lleva calzado adecuado para el monte: los caminos en el Bosque, tienen algunas cuestas empinadas.
EL AUTOR
Agustín Ibarrola nace en Basauri (Bizkaia) en 1930. Sus primeros pasos artísticos fueron autodidactas, aunque ya en 1948 consigue una beca con la que viaja a Madrid. Allí da sus primeros pasos en el cubismo y junto a Jorge Oteiza, en el constructivismo, movimientos que trataban de romper con el arte tradicional, donde se planteaba un arte menos puro y más social y el trabajo en equipo de varios artistas y diferentes artes. En 1956 viaja a Paris, donde junto con otros artistas funda el Equipo 57.
La vida y obras del artista, han sido un reflejo de la situación social de cada época. En los duros años 60 es notable la implicación política y social del artista, algo que se refleja en sus obras: la dura situación industrial, las injusticias sociales…
Para Ibarrola, el arte público es muralista por
excelencia. No es el arte de pequeñas dimensiones o de dimensiones
reducidas con tratamientos amables. El arte público es con materiales
robustos que guardan relación con todos los materiales que están a la
intemperie. Y los contenidos representan, por así decirlo, cultura y
sentimientos colectivos, situaciones colectivas, más que situaciones
intimistas y de recogimiento personal.
Todo ello queda reflejado en esta obra, que comenzó a pintar en las entrañas del bosque en 1982. Sus figuras representan la situación social, la luz que entró en el bosque y allí se quedó, los ojos de nuestros antepasados, el rayo que quedó atrapado entre los pinos… un sinfín de formas y colores que esconde el bosque.
Sin duda, un lugar mágico que tenemos que visitar.
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